Hace unas semanas atrás vi la pelicula The Soloist. Me cautivó el tema y su tratamiento. El fin de semana pasado hicimos un cine forum en la iglesia con esta película y otra vez volvió a mover muchos temas en mi vida y ministerio. The Soloist no es solamente una pelicula bien llevada. No sólo es acerca de un buen guión y un agradable tratamiento técnico y estético. Es mucho más.
Ya dije que hay muchos temas en ella. Pero en mi caso, fui gratamente cautivado por lo que significa invertir tu vida en beneficio de otros y como eso hace la diferencia. Y claro, para mí la gran diferencia que eso logra es cuando te inviertes en nombre de Dios.
La película por igual logra un tremendo acercamiento a la ciudad; un tema que también me cautiva. Una ciudad no sólo son sus calles, sus edificios y el tránsito. También es su gente. Y gente de todo tipo. Con toda clase de situaciones. Inclúyase aquí esas gentes que los gobiernos no quiere que sean vistos: Los indigentes. Los que lo son por razones económicas o por razones de salud mental. De ellos también es la ciudad.
No digo que los tengamos como objetos en exhibición; pero muchas veces nuestras políticas públicas lo que logran es precisamente eso.
The Soloist desenmascara a la gente que piensa que el problema de la indigencia se resuelve con un par de pesos. Falso. Es quizás una forma cobarde de tratar de limpiar nuestras conciencias.
The Soloist es un gran testimonio a la amistad. Esa amistad en la que muchas veces no sabemos que esperar; pero que al final nos damos cuenta de que ganamos mucho. Que buena película!